jueves, 15 de octubre de 2009

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(De mi cuaderno de notas.
Carlos Mamonde)

“Ataraxia: Elogio de la muerte y no del pánico [ Más allá del laberinto luce la casa de la infancia]”


[Diez primeras notas fragmentarias sobre lo (¿acaso?) pensable más allá de lo decible…]



“Los hombres no han nacido para morir…sino para inventar”.
Trato de escribir bajo la luz de esta intuición de ‘Hannah ‘Arendt’. Que bien pudiera haber suscrito el último ‘Deleuze’.
Pero aunque –por soberbia o por miedo- me encomiende a todos los Santos, no dejaré el funambulismo en el filo de la cuchilla…


1.-
…con la muerte, todo parece consumado y ese cierre es apertura a la interpretación. Interpretación necesariamente fragmentaria… porque si no existe continuidad en la Historia ¿Cómo pretenderla de la ‘atemporalidad’ de la Muerte?
En todo caso, tal vez, sólo podamos identificar muy escasas ideas centrales que se sostienen para pensar ‘frente’ a la muerte:
a- ¿cómo ha sido imaginada por la Humanidad?
b-¿qué relaciones hay entre el duelo y la alegría de vivir (que también es morir)?
c-¿Qué pueden decir las religiones de ello? ¿Qué pueden expresar las ideologías?
d-¿qué se puede decir en el borde de lo religioso…o de lo lógico?
e-………………
f-………………

n-………………

2.
Podría agregarse un dibujo y análisis del sentido de la resurrección; ‘idea-emoción’ que reaparece constantemente; surge y es eliminada cada cierto tiempo por las filosofías…que se niegan a esa salida tan radical.
3.
(¿Hay ciertamente dos cosas difíciles de aceptar en la vida, de aceptar verdaderamente: a) que estamos frente a la muerte; b) que no podemos ser amados del modo gozoso y absoluto que todos anhelamos? (…más por fantasía que no por merecimiento -que en el amor no hay [por definición] espacio para el merecimiento)
4. Para intentar representarnos estos límites, deberíamos comenzar por pulir, pulir, pulir…
(¿como pulía lentes y palabras el minucioso ‘Baruch?)
‘Pulir’ una imaginación extremada, radical, una ascesis… exhaustivamente despejada y despojada.
Y comenzar por arrancar todo hierbajo entre los árboles perennes de lo imaginario. Criticar en lo más hondo las figuras o iconos con que nos representamos los humanos…todo aquello que es casi (o absolutamente) no una experiencia representable.



5.
Jacques Derrida se pregunta si “realmente se puede narrar-se un hecho”, es decir si puede “iniciar-se” la narración, el relato de una ‘sucesión’ de eventos…y ¿en qué punto, en qué momento debemos/ podemos iniciar el corte de lo real para disociarnos…para vivir lo real? y – real de un estilo del orden de lo ‘metalinguístico’- ver y analizar lo real ¿Y desde qué Raciocinio se puede enunciar este corte y comenzar el (presunto) ‘relato’?.
¿Cuándo, cómo, podemos abrir la eventualidad de un duelo? ¿Y del olvido? ¿Y del recuerdo que -tozudamente ‘negacionista’- repele al olvido?

6.
Aparece en le hondón de estas fisuras la imposibilidad –la ‘indecibilidad’- de poder pensar, de poder imaginar qué cosa sean ahora y dónde sean ahora –y si, según el anhelo ancestral, Ellos “siguen siendo”-
Los muertos amados:¿siguen siendo, en algún “lugar no lugar”?
-¿Podemos acaso pensar en ellos desde algún-no-lugar, no poseído por las iglesias, ni las mezquitas, ni las sinagogas…aunque asidos a la línea de luz de la percepción poética de lo atemporal?-
Se suma a la indecibilidad, la escasa o nula viabilidad de ‘autoimaginarse’ a uno mismo como ya muerto…



7.
Aunque sí cabe “recordarse” muerto, porque sí tiene la muerte un texto (o muchos) en la memoria e imaginario colectivos.
Memoria que reduce los márgenes de lo imaginario personal y, al acotarlo, nos preserva de todo ‘pensamiento deseante’ y utópico.

7 bis.

Trabajo productivo de ascesis que se inicia en un lavado de conceptos y una entrega generosa al duelo. Entre esos conceptos a des-ensamblar ocupa un sitio central el imaginario de la deseada (por tantas culturas) y eventual “resurrección”. ¿Qué cosa será esto: “salir de entre los muertos”? ¿qué sin sentido balbucean los que enuncian este tan forzado espejismo de lenguaje…’palabras que caminan en el aire’ de Wittgenstein)

8.
Coherentes con su propio estatus, el Método y la Idea, se niegan a conceder “realidad” a cualquier tentación de pensar un ‘más allá’…de dibujar la Puerta de la Aguja…
Es una actitud coherente…y agnóstica. Que no prevalezcan ni el miedo ni el engaño.

Esta es rigurosa fenomenología. No hay, no puede haber, ni la brizna de un “representar” que se sostenga en aporías. La fenomenología da cuenta sólo de la finitud…es lo que hay, lo que “tenemos”.


9.
¿Pero sería posible – para experimentar lo no decible- entrar en lo ‘aporético’ por el sendero de la poética? Pero –es obvio- nunca entrar en la falaz organización filológica de un texto (¿es obvio?) como pretenden los evangelistas…

10.
Pero “hay” un saber poético, escándalo a la lógica kantiana.
¿Hay un saber de la “psique” del analizado que analiza?
Digo… ¿si lo hay?
Aunque, quienes han levantado los castillos del Mito gritan a toda hora que “no nos es permitido saber”.
Por esta misma coherencia ‘antitextual’ (o ‘antimetatextual’) es que el calvinismo anatematiza todo culto a los muertos y se ‘autoexige’ (y a todos nos contagia) la ascesis de renunciar a cualquier tentación de (incluso) ‘pre-ocuparnos’ por una ‘salvación personal’.
Aunque no cabe confundir este estoicismo calvinista como un “circunloquio” de preparación para la muerte –que evite la palabra “muerte”- como es fama que se le reprocha siempre a Martín ‘Heidegger.///

………………………………… ¿(sigue en el próximo capítulo?

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